Hace poco empezó una nueva etapa en mi vida. Ahora ya no soy aquella adolescente harta de la vida que vive bajo el techo de sus padres. No, ahora soy una mujer independizada con una autoestima renovada y con unas ganas de comerse el mundo increibles. A esta nueva etapa de mi vida se le suma el echo de tener un trabajo fijo y una relación adulta consolidada. Siempre había intentado escapar de la rutina y de todo aquello que pudiera estar relacionado con la estabilidad por miedo al aburrimiento y al descuidado de una misma por la preocupación excesiva sobre mi trabajo y/o pareja.
Hace dos días alguien muy especial en mi vida vino a pasar unos días conmigo. Blanche es aquel tipo de mujer a la cual todas, sin excepción alguna, nos gustaría parecernos. Es guapa, divertida, ultra inteligente, sensible, cariñosa, independiente y con un gran corazón. Aún así, poseyendo las mejores cualidades que alguien puede poseer, ella es discreta y senzilla. Nada prepotente y creída. Como siempre he dicho y pensado, Blanche es aquella amiga que jamás querré perder y que siempre querré tener a mi lado.
Ayer por la noche, después de haber estado hablando horas sin parar, decidimos ir al cine. Habían varias opciones pero sin pensarlo dos veces le comenté la idea de ir a ver Sex and the city. Había seguido algunas temporadas y la verdad es que aunque no apostaba mucho por la película, me apetecía verla. Por muy poca importancia que les den algunas a los "trapitos" y a los ritmos de vida frenéticos neoyorquinos, todas sabemos que en algún momento en nuestras vidas hemos querido parecernos a esos seres cuyas preocupaciones máximasn son: (1) qué ropa ponerse en el día de hoy, (2) acudir a cuantas más fiestas posibles y (3) llevar unos tacones de 15 centímetros sin que te duelan los pies ni lo más mínimo -o al menos no aparentemente.
Estaba sentada en el cine viendo la película. La gente reía o se le empañaban los ojos de lágrimas según la escena. Durante las dos longevas horas que dura la película, diferentes sensaciones experimenté pero de todas ellas me quedo con dos:
* La primera de todas, fue relacionada con mi pareja. Me di cuenta que no he de tener ningún tipo de miedo o sensación claustrofóbica una vez decidido el echo de irnos a vivir juntos. Me ama, le amo. No hay nada que pueda ir mal. Me di cuenta que ceder a las reglas sociales y acabar formando lo que los catalanes llamamos "una llar", no es nada preocupante y tampoco significa que ni él ni yo debamos dejar de existir como sujetos. Es precioso saber que tienes a alguien a tu lado que no pretende robarte tu libertad sino que te acepta con ella. No voy a dejar de ser yo por ser un nosotros sino que un nosotros pasa a ser un yo, él y un nosotros.
* La segunda sensación estuvo relacionada con el tema de las amistades. Hace mucho tiempo que llegué a la conclusión que es preferible tener 3 amigas verdaderas que no tener a un séquito de gente que te acompañe a ir de compras. Veía a Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha y pensé que yo también quería tener a esas tres personas que sé que jamás me fallarán, que sé que siempre estarán ahí para lo que necesite y que me querrán para siempre incondicionalmente. Pero, ¿hasta que punto la película es sólo ficción? ¿Hasta que punto realmente tener un día a la semana intocable para cuatro mujeres del siglo XXI es plausible en esta sociedad? No sé si algún día podré disponer de ese día en el que cuatro amigas lleguemos a reunirnos pero lo que SÍ que sé es que pongo la mano en el fuego por aquellas que considero mis amigas y son a ellas a las únicas a las que les pienso pasar la dirección de este blog porque estos escritos son parte de mi y ellas son una gran parte de mi vida.
Por muchos kilómetros de distancia que nos separen, siempre estáis en mi corazón y siempre necesitaré saber de vosotras porque sin vosotras, yo no soy quien soy. Sin vosotras, mi mundo es gris.
Carles, t'estimo vida meva. Sense tu la meva vida és inexistent.
Only yours.
Only mine.
Only ours.
